Las instalaciones de la Universidad Earth en Guácimo, Limón, resguardan los vestigios de la capital de una importante aldea indígena huetar que existió entre el año 1500 a.C. y el 1.500 d.C.
En un espacio de 25 hectáreas se había una explanada para ceremonias públicas rodeada por las residencias de las familias más importantes de la comunidad.
A esta conclusión llegó un equipo de investigadores del Museo Nacional tras analizar objetos recolectados en el sitio arqueológico Las Mercedes luego de seis semanas de excavaciones entre enero y febrero últimos.
El descubrimiento de construcciones monumentales y gran cantidad de artefactos y fragmentos de cerámica y piedra revelan la existencia de un importante centro político y social.
“A solo 25 kilómetros de distancia de Guayabo, Las Mercedes funcionó como un territorio independiente bajo el poder central de un cacique”, confirmó el arqueólogo Ricardo Vázquez, coordinador del proyecto.
Fragmentos reveladores. Según el especialista, el estudio de 72 artefactos y cerca de 20.000 fragmentos de cerámica y piedra corroboró el nivel de desarrollo de los pobladores de Las Mercedes.
“Encontramos muestras de cerámica correspondientes a todas las etapas de la secuencia cultural, es decir, el periodo de ocupación del sitio que va desde el año 1500 a.C. hasta el 1500 d.C.
“El análisis nos indica que, en el año 1000 antes de Cristo, ya era una
aldea sólidamente constituida”, expresó Vázquez.
En la cerámica, los especialistas estudiaron aspectos como la decoración, el diseño, el acabado de la superficie, la pasta y las imágenes representadas.
“La continuidad en las características comprueba que fue un sitio importante durante toda esa trayectoria histórica; pero la construcción de la infraestructura monumental se ubicó entre el año 800 d.C y el 1500 d.C.”, dijo Vázquez.
Estas edificaciones comprenden 15 montículos o plataformas de piedra dispersos alrededor de un conjunto central. Sobre esas superficies se levantaron los palenques o viviendas de los individuos de mayor rango. El conjunto central era un espacio para celebrar ceremonias o rituales importantes.
La vía principal de acceso a esa área son dos calzadas construidas en
direcciones opuestas, pero que confluyen en un solo punto.
La estructura está rodeada por dos grandes muros de 110 metros de
largo y 6 metros de ancho.
“Un sistema de ingeniería tan elaborado y planificado revela que era un sito muy exclusivo”, afirmó Vázquez.
La arquitectura monumental es la prueba más visible de la ventajosa
condición de Las Mercedes, pero no es la única.
“Hallamos un tipo de cerámica que es característica de la zona de Nicoya, en Guanacaste, y del istmo de Rivas, en Nicaragua. Esto indica que hubo intercambio comercial de artículos de lujo con otras regiones muy alejadas y que estas personas tuvieron acceso a ellos”, detalló el experto.
Evidencia ancestral. Las piezas de piedra arrojan pistas sobre una sociedad dividida en estratos claramente diferenciados.
“Muchas de las esculturas en piedra son figuras de guerreros que desempeñaron un papel muy importante para defender la soberanía del cacicazgo. Es claro que los conflictos bélicos eran parte de un sistema político estable y poderoso”, aclaró el arqueólogo.
Varias de las estatuas corresponden a otro grupo social: los burócratas, representados con sombreros cónicos y elaborados peinados y adornos en la cabeza.
Los guerreros, los burócratas y los artesanos especializados pertenecían al segundo nivel en la escala social.
Otros artefactos de piedra se usaron como muebles exclusivos para
miembros de los a estratos superiores.
“A primera vista parecen metates o piedras de moler, pero la loza no
está desgastada por molienda, y además están cuidadosamente decorados con cabezas de jaguares, armadillos, lapas o coyotes. Esto significa que su verdadero uso fue el de asientos o tronos para personas de alto rango”, aclaró Vázquez.
El equipo investigador no ha logrado cuantificar el número de pobladores de la aldea, pero se sabe que, en un área de 100 kilómetros cuadrados alrededor de Las Mercedes, se ubican siete cacicazgos de menor rango.
“Es un modelo muy similar a la de cualquier centro de población moderno: hay con un casco central y una zona periférica”, afirmo Vázquez.
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Andrea Solano B. | ansolano@nacion.com